El estudio elaborado con asistencia de Mekorot y financiado por el CFI fija una hoja de ruta a 30 años. El DPA advierte que la oferta hídrica del río Negro bajó 43% en dos décadas y proyecta más presión hacia 2055.

El Gobierno de Río Negro presentó oficialmente el Plan Maestro para el Sector Hídrico, un trabajo técnico orientado a ordenar prioridades y planificación de largo plazo en la gestión del agua en toda la provincia. La exposición se realizó el 10 de diciembre y tuvo dos instancias: una primera presentación en Casa de Gobierno, encabezada por el gobernador Alberto Weretilneck, y una segunda en la Legislatura provincial, ante la Comisión de Planificación, Asuntos Económicos y Turismo.

Según informó la Provincia, el estudio fue elaborado con asistencia de Mekorot, la empresa estatal israelí especializada en gestión del recurso hídrico, y financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI), con participación técnica del Departamento Provincial de Aguas (DPA) y aportes de áreas provinciales vinculadas al uso del agua, prestadores y operadores de sistemas.

El Plan Maestro se apoya en un diagnóstico integral que revisa normativa, procesos y métodos de gestión vigentes; evalúa infraestructura y sistemas existentes; y plantea propuestas de mejora basadas en estándares internacionales, con una mirada externa sobre el estado actual del sector hídrico rionegrino. La Provincia lo enmarca como una herramienta para fortalecer la gestión integral del recurso, planificar inversiones y mejorar eficiencia de uso y distribución, en un contexto de mayor variabilidad climática y presión sobre la demanda.

En paralelo a la presentación institucional, los datos que circularon en las últimas horas encendieron alertas por la evolución del caudal disponible. En respuestas atribuidas al equipo técnico del DPA, se indicó que la tendencia de los últimos 20 años muestra un descenso promedio del 43% en la disponibilidad de agua. En términos de volumen, ese cálculo ubica el derrame anual promedio actual en torno a 23.000 hectómetros cúbicos por año. Hacia adelante, siempre de acuerdo con esas mismas respuestas, se proyecta un descenso adicional del 20% hacia 2055, con una oferta promedio aproximada de 18.000 hm³.

El impacto no es solamente hidrológico: toca de lleno a la matriz productiva y a la vida cotidiana. El sistema de riego del Alto Valle y Valle Medio —columna vertebral de la fruticultura y de nuevas áreas bajo riego— aparece como uno de los puntos críticos por pérdidas estructurales. En ese marco, se remarcó que la eficiencia de conducción actual ronda el 50%, principalmente por el uso extendido de canales sin impermeabilizar, donde la filtración explica gran parte de las pérdidas.

La discusión por el agua en Río Negro, además, no empieza ahora. El proceso que derivó en este Plan Maestro se puso en marcha formalmente en octubre de 2022, cuando la entonces gobernadora Arabela Carreras firmó un convenio de cooperación con el CFI para trabajar lineamientos, parámetros y principios del futuro plan, con asistencia técnica de Mekorot. Aquel acuerdo ya incluía ejes como diagnóstico del sector, proyecciones de demanda, alternativas de abastecimiento, eficiencia de riego, reúso de efluentes y análisis económico, incorporando la discusión sobre el valor económico del agua como herramienta para financiar gestión e infraestructura.

En la Legislatura, el tema también quedó atravesado por el debate político. En coberturas periodísticas recientes se recordó que el trabajo de Mekorot tuvo cuestionamientos en distintas provincias y que parte del intercambio parlamentario giró tanto en torno a contenidos técnicos como al encuadre institucional del asesoramiento. Más allá de esa discusión, el Gobierno provincial y el DPA sostienen que el Plan Maestro aporta un marco de referencia para traducir directrices en políticas públicas, ordenar inversiones y reforzar fiscalización y uso racional del recurso.

En síntesis, no se trata de una “solución inmediata”, sino de una hoja de ruta. Lo relevante, para Río Negro, es que el documento llega con una señal contundente: el agua disponible es menor que hace dos décadas y el escenario futuro obliga a decisiones que combinan infraestructura, eficiencia, reglas claras, control y coordinación entre Estado, usuarios y prestadores.