En el corazón de Vaca Muerta, la localidad de Añelo enfrenta serias carencias estructurales a pesar de ser epicentro de la producción de gas y petróleo. Transporte precario, escuelas colapsadas, calles sin asfaltar y promesas incumplidas de las empresas marcan el presente. Río Negro tiene la oportunidad de no repetir la historia, pero necesita reglas claras, control estatal y una planificación urbana que acompañe el desarrollo energético.
Mientras Añelo sostiene el pulso energético de Argentina desde la Cuenca Neuquina, sus habitantes conviven con una paradoja: la ciudad que impulsa la producción de gas y petróleo más importante del país no tiene gas en muchas de sus casas, ni agua potable en todos los barrios, ni escuelas suficientes para sus chicos.
La postal es clara. Años de promesas incumplidas por parte de empresas operadoras, combinadas con una débil planificación estatal, derivaron en una ciudad desbordada por el crecimiento, pero carente de servicios básicos.
Lo que viven los vecinos de Añelo:
- Solo 12 cuadras están asfaltadas en toda la localidad.
- Más del 60% de la población no tiene conexión al gas natural, a pesar de vivir sobre una de las reservas de gas más grandes del mundo.
- Faltan escuelas: en muchos casos, los niños deben viajar a otras localidades o asistir a aulas superpobladas.
- El sistema de salud no da abasto y no hay guardia médica 24 horas todos los días.
- No hay transporte público regular. Muchas personas deben caminar kilómetros para acceder a sus trabajos o trasladarse en condiciones precarias.
- La red de agua potable no llega a toda la comunidad, mientras que buena parte del recurso se utiliza en operaciones de fractura hidráulica.
Las obras prometidas por las empresas, como viviendas, espacios deportivos o mejoras en infraestructura, han quedado inconclusas o directamente abandonadas.
En este contexto, no es raro que un vecino afirme con impotencia: «Sacamos gas para el mundo, pero calentamos el agua con leña.»

Río Negro está a tiempo
Con los anuncios de proyectos de GNL en la costa atlántica, el avance de la minería en la Región Sur, y el crecimiento del polo eólico en la zona de la Meseta, Río Negro comienza a pisar fuerte en el mapa energético nacional e internacional.
Pero si el crecimiento energético no viene acompañado de políticas claras y firmes, la provincia corre el riesgo de repetir el modelo de desbalance que vive Añelo: territorios sobreexplotados, pueblos desbordados, empresas que prometen pero no cumplen, y habitantes que ven pasar la riqueza sin sentirla.
¿Qué se necesita?

Para que el desarrollo energético en Río Negro no deje atrás a su gente, se vuelve urgente:
- Establecer reglas claras para las empresas sobre el uso del suelo y el cumplimiento de compromisos sociales y ambientales.
- Diseñar una ley de canon justa, que garantice que parte de los ingresos se reinviertan directamente en las comunidades productoras.
- Obligar a las operadoras a cumplir las obras prometidas con plazos, controles y sanciones reales.
- Acompañar con planificación urbana y social desde el Estado: más escuelas, hospitales, transporte, redes de agua, gas y cloacas.
- Crear un fondo de desarrollo local específico para cada proyecto energético, con control ciudadano y uso transparente.
Río Negro no puede ser solo territorio de paso para la rentabilidad de las empresas. Tiene que ser dueña de su desarrollo, y eso se construye con política, con gestión y con decisión.
En resumen, Añelo no es solo una localidad postergada: es una advertencia que está a la vista. Río Negro tiene la oportunidad, y la obligación, de mirar con atención ese espejo, y elegir un camino distinto: el de un desarrollo energético con justicia territorial.