La transformación energética y minera que atraviesa Río Negro no se mide solo en millones de dólares invertidos o en barriles exportados. También se sostiene —y se proyecta— en la capacidad de formar nuevas generaciones con acceso a empleos de calidad, dentro de su propio territorio.
Esta idea, que hasta hace algunos años era solo un objetivo en el largo plazo, hoy empieza a tomar forma concreta. El auge de inversiones en hidrocarburos, energías renovables y minería impulsó en la provincia un proceso de articulación sin precedentes entre el Estado, el sistema educativo y el sector productivo. En el centro de esa transformación aparece un nuevo actor estratégico: el conocimiento aplicado al desarrollo local.
Uno de los pilares de este nuevo ecosistema es el Programa Piloto de Formación Energética, una iniciativa impulsada por el Gobierno de Río Negro junto al Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) y empresas como YPF, Phoenix Global Resources, Aconcagua Energía, Vista y otras firmas con presencia en la región. El objetivo es simple, pero ambicioso: formar técnicos y técnicas con los saberes que hoy demanda la industria energética, para que los puestos del futuro puedan ser ocupados por jóvenes rionegrinos.
El programa ya alcanza a seis Centros de Educación Técnica (CET) distribuidos estratégicamente en diferentes regiones productivas. Participan escuelas de Allen, Cipolletti, Catriel, Cinco Saltos, Sierra Grande y, más recientemente, San Antonio Oeste. Estas localidades no fueron elegidas al azar: son puntos neurálgicos del entramado energético provincial. Allí se combinan la cercanía con yacimientos hidrocarburíferos, corredores logísticos, proyectos de energía renovable o infraestructura clave para el desarrollo portuario y exportador.
La propuesta pedagógica es integral. No solo se trata de adaptar contenidos curriculares, sino de transformar los entornos de aprendizaje. En una primera etapa, el programa entregó 739 herramientas y equipos de última generación, que incluyen simuladores industriales, estaciones de medición, kits de electricidad, tableros para prácticas de automatización y bancos de trabajo adaptados a entornos reales. También se capacitó a más de 150 docentes, y la iniciativa ya alcanza a 3.612 estudiantes rionegrinos.
La inversión inicial —que supera los 455 millones de pesos— fue financiada a través de un esquema mixto en el que participaron empresas operadoras, el Ministerio de Educación y Derechos Humanos, y la Secretaría de Energía y Ambiente de la provincia. Esa articulación fue clave para que los equipos llegaran en tiempo y forma a cada institución, y para que los talleres se adapten a los estándares requeridos por las industrias que ya operan en el territorio.
“Queremos que los estudiantes estén preparados para ocupar los puestos que traerán los grandes proyectos que se están desarrollando en la provincia”, afirmó Mario Figueroa, coordinador técnico del programa por parte de la Secretaría de Energía y Ambiente, durante una de las jornadas de capacitación docente en Cipolletti.
El impacto ya se empieza a sentir. En Cipolletti, por ejemplo, el CET 9 incorporó simuladores de procesos industriales, estaciones de medición y nuevos kits de electricidad. Según relató su directora, Estela Roche:
“La actualización del diseño curricular en electricidad está alineada con lo que hoy requiere el mercado laboral. Esto les da a nuestros estudiantes una base sólida para insertarse en el mundo del trabajo con mayores oportunidades”.
La demanda laboral no es una hipótesis futura: ya es una realidad. El avance del oleoducto Vaca Muerta Sur, que atraviesa gran parte del Alto Valle rionegrino, y la puesta en marcha del proyecto de gas natural licuado (GNL) en el Golfo San Matías, son apenas dos ejemplos de una transformación que requiere soldadores, técnicos en electromecánica, instrumentistas, operadores de planta, personal de mantenimiento y especialistas en logística.
Muchas de las empresas que operan en la provincia ya comenzaron a vincularse activamente con las escuelas técnicas y los centros de formación profesional. Algunas incluso han incorporado personal formado en la región para cubrir vacantes en Catriel, Allen, Cinco Saltos y General Roca, consolidando una sinergia entre el sistema educativo y el mercado laboral.
En paralelo, la provincia avanza también en otros frentes complementarios. La Secretaría de Energía impulsa capacitaciones para instaladores de sistemas fotovoltaicos, con el apoyo de la Universidad Tecnológica Nacional; mientras que la Secretaría de Minería lanzó una diplomatura en minería sostenible con perspectiva ambiental y de género. Más de 2.800 personas participaron de las formaciones virtuales y presenciales que se desarrollaron en lo que va del año.
Todo este entramado educativo y formativo permite pensar en un modelo de desarrollo con identidad territorial. Porque cuando se invierte en formación técnica, no solo se entrega una herramienta: se habilita un futuro. Y ese futuro, en Río Negro, ya empezó a construirse.
La inversión educativa no es un apéndice del crecimiento productivo: es su base estructural. En cada aula renovada, en cada banco de trabajo modernizado y en cada docente capacitado, se está trazando una ruta directa entre el presente educativo y el futuro laboral. Un puente entre los recursos que tiene el suelo y el talento que hay en la gente.
Formar en territorio, con tecnología, planificación y vínculo real con la industria, es garantizar que el trabajo del futuro se quede en casa. En Río Negro. En su suelo.