Con aumentos moderados, comportamientos dispares en el consumo y la implementación progresiva del autoservicio, el mercado de combustibles en la región atraviesa una etapa de transformación profunda.
Desde el 1° de junio, los combustibles líquidos y el gasoil registraron un nuevo ajuste en sus precios como consecuencia de la actualización de los impuestos al dióxido de carbono (IDC) y a los combustibles líquidos (ICL), que habían quedado rezagados durante las gestiones anteriores. A pesar de que la suba fiscal representa un 12%, el impacto real sobre los precios finales ronda apenas el 1%, debido a la contención del resto de los componentes del valor de surtidor.
Este escenario se da en un contexto donde el consumo muestra comportamientos heterogéneos: mientras algunas provincias experimentan una caída pronunciada en la demanda, en Neuquén se mantiene un alto nivel de movimiento, impulsado por el dinamismo de la actividad en Vaca Muerta y el mayor ritmo económico regional.
Una transición hacia el autoservicio
En paralelo, se acelera la discusión en torno al autoservicio en estaciones de combustible, una modalidad habitual en países desarrollados pero todavía incipiente en Argentina. El presidente de la Cámara de Expendedores de Combustibles de Río Negro y Neuquén, Carlos Pinto, aseguró que la implementación será gradual y dependerá del proceso de adaptación del consumidor argentino, por cuestiones más culturales que técnicas.
“Lo vemos con buenos ojos como una opción más para el cliente. En el mundo es habitual, pero acá llevará tiempo”, indicó Pinto.
El sinceramiento del sistema y los desafíos del pasado
Pinto también hizo referencia a los desajustes recientes del sistema, como lo fue el fenómeno de turismo de combustible en zonas de frontera, potenciado por el atraso de precios y la distorsión de subsidios.
“El año pasado vivimos una locura: importábamos gasoil para venderlo a mitad de precio. Perdíamos todos”, advirtió.
Hoy, con la actualización de impuestos, la eliminación de distorsiones y el avance de nuevas herramientas como el micropricing o el autoservicio, las estaciones de servicio comienzan a reconfigurarse hacia un modelo más transparente, eficiente y competitivo, que acompañe la evolución tecnológica y económica del país.