El dólar oficial superó los $1.380 y el crudo Brent ronda los USD 70. Las refinadoras analizan nuevos aumentos en los surtidores ante la presión del tipo de cambio y los costos internacionales.
El presidente Javier Milei reconoció este jueves por la noche que la economía argentina atraviesa una “corrida cambiaria”. Lo hizo durante una entrevista en el canal Neura, donde admitió que el salto del dólar responde a un reacomodamiento de expectativas y a “intereses que buscan frenar la transformación del país”.
El dólar oficial cerró en $1.380, lo que representa una suba del 13,6% respecto de fines de junio y una apreciación acumulada de casi 25% desde abril. El movimiento genera tensión en toda la cadena energética, y particularmente en el mercado de combustibles, donde las principales compañías refinadoras ya evalúan una actualización de precios, aunque por ahora no hay definiciones oficiales.
El tipo de cambio no es el único factor de presión. En paralelo, el valor del crudo Brent —referencia internacional para la formación de precios locales— cotiza actualmente en torno a los USD 69,5 por barril, con perspectivas de suba hacia los USD 80 ante posibles disrupciones geopolíticas. Esa combinación de dólar en alza y presión internacional sobre el crudo pone a las refinadoras en una situación de revisión.
Con cada inicio de mes, las petroleras ajustan los valores en surtidores considerando una canasta de variables: dólar oficial, precio del Brent, biocombustibles, logística e impuestos. Con los nuevos valores cambiarios y la volatilidad externa, todo indica que el precio de la nafta y el gasoil volverá a moverse en breve.
Esta suba potencial llegaría en un contexto de desaceleración del consumo interno y márgenes operativos en revisión. Además de impactar en el usuario final, un aumento afectaría a sectores estratégicos como el transporte de cargas, la producción agropecuaria y la generación de energía.
Si bien el Gobierno mantiene sin cambios los tributos a los combustibles, y ha postergado nuevas actualizaciones impositivas, el desfasaje entre costos y precios de venta comienza a ampliarse, especialmente tras la última escalada del dólar.
Con el Brent presionado, el peso depreciado y la demanda en pausa, la industria del downstream enfrenta un delicado punto de inflexión, donde cada actor del sistema debe redefinir estrategias sin perder competitividad ni desatender el equilibrio económico-financiero.