Mientras YPF celebra obras que potencian la producción de hidrocarburos y GNL, Río Negro sigue siendo la infraestructura clave de ese crecimiento. Usan su suelo, sus rutas y usarán sus puertos… sin que la provincia reciba a cambio lo que merece. Es momento de que la política y la industria discutan un nuevo contrato social con Río Negro.
La puesta en marcha del proyecto Duplicar de Oldelval, el avance del puerto rionegrino como nodo exportador de petróleo y GNL, los nuevos bloques de exploración y producción en el norte provincial y los proyectos mineros que despiertan interés internacional son todos signos de una misma realidad: Río Negro se ha convertido en un pilar estratégico para la expansión energética de la Argentina.
Sin embargo, esa centralidad no viene acompañada —todavía— de los beneficios concretos que los rionegrinos esperan. Ni en regalías, ni en infraestructura básica, ni en desarrollo local.
Las compañías trasladan por suelo rionegrino el crudo de Vaca Muerta hacia el Atlántico, utilizan sus rutas, atraviesan sus localidades y usarán sus puertos para exportar al mundo. Pero muchas veces lo hacen sin dejar nada a cambio. A diferencia de otras provincias productoras, Río Negro no cobra regalías por ser territorio de paso, ni tiene aún un marco claro que obligue a las empresas a compensar el uso de su suelo y recursos estratégicos.
El caso de Añelo, en Neuquén, debería servir de advertencia. A pesar del crecimiento descomunal en producción de gas y petróleo, la localidad sigue postergada: falta de servicios, viviendas, transporte y escuelas. Otros ejemplos son Cutral Co, Plaza Huincul y Rincón de los Sauces, ciudades que fueron el motor económico de Neuquén en distintos momentos, y que hoy muestran un desarrollo mínimo cuando deberían ser insignias del progreso.
¿Queremos que eso se replique en las ciudades del Alto Valle, la Región Sur o la Zona Atlántica rionegrina? ¿Vamos a permitir que Río Negro repita esa historia?
Frente a este escenario, es imprescindible que el Gobierno de Río Negro y su Legislatura actúen con firmeza y visión estratégica. No alcanza con celebrar anuncios. Hace falta establecer reglas claras, mecanismos de participación local y condiciones justas para que la provincia sea parte del negocio, no solo del esfuerzo. En pocas palabras, dejar “su juego político” de lado y actuar en beneficio de las ciudades involucradas en el desarrollo energético, para modificar los patrones demostrados en Neuquén y transformarlos en oportunidades reales para los rionegrinos.
Río Negro no puede limitarse a ser un espectador del boom energético. Tiene derecho a decidir, participar y beneficiarse de las oportunidades que genera con su tierra, su gente y su infraestructura.
Desde Energía 360 creemos que es momento de plantear una conversación madura, institucional y urgente. Porque el desarrollo no puede seguir pasando por Río Negro sin pasar para Río Negro.