Mientras la producción energética se consolida como eje estratégico del desarrollo nacional, dos compañías de peso en Río Negro atraviesan dificultades financieras que exponen la fragilidad de las firmas medianas en el entramado energético argentino.
En el marco de un sector energético en transformación, dos compañías con presencia activa en la provincia de Río Negro enfrentan situaciones financieras críticas. Aconcagua Energía, operadora en áreas petroleras, y el Grupo Albanesi, generador de energía térmica, atraviesan procesos de default técnico y reestructuración de deuda. Aunque con actividades en rubros distintos, ambos casos reflejan la presión financiera que afecta a empresas medianas dentro del ecosistema energético nacional.
El caso de Aconcagua Energía se vincula directamente con el desarrollo hidrocarburífero. La compañía, que concentra su actividad en áreas convencionales del norte de Río Negro, Neuquén y Mendoza, no abonó los intereses correspondientes a su Obligación Negociable (ON) Clase VII, cayendo en default técnico. Este tipo de incumplimiento no implica necesariamente la cesación total de pagos, sino que refiere al incumplimiento de alguna cláusula del contrato de deuda, como puede ser el no pago dentro del período de gracia, no entregar información requerida o no cumplir indicadores financieros acordados. Fitch Ratings rebajó su calificación a “C” y FIX SCR (Fix Sociedad Calificadora de Riesgo) también ajustó sus notas locales a la baja. Con una deuda que ronda entre los 230 y 386 millones de dólares, y más del 40% venciendo en los próximos 12 meses, la empresa enfrenta un panorama desafiante. Además, fracasó en su intento de emitir ON por 250 millones de dólares en el mercado internacional debido al elevado costo financiero. Como respuesta, Aconcagua contrató asesoramiento financiero (VALO Columbus) y legal (Tavarone Rovelli Salim & Miani) para negociar una reestructuración integral. Hasta el momento no hay confirmación de despidos, aunque el contexto genera preocupación en la región.
En el caso del Grupo Albanesi, la problemática está centrada en el segmento de generación eléctrica. Con plantas térmicas en varias provincias y una deuda consolidada superior a los 1.100 millones de dólares —220 millones en el corto plazo— la empresa no pagó los intereses de su ON Clase X con vencimiento el 23 de junio, configurando un nuevo default técnico. Esto ocurre cuando una empresa no cumple con ciertos compromisos contractuales —como el pago dentro del plazo establecido o indicadores financieros— sin que eso signifique todavía una quiebra o cesación total de pagos. En abril ya había incumplido pagos de intereses por casi 20 millones de dólares. Para contener la situación, Albanesi inició una fusión societaria entre Albanesi Energía y Generación Mediterránea (GEMSA), y obtuvo un préstamo de 80 millones de dólares a principios de año. Sin embargo, la reiteración de incumplimientos genera preocupación en los mercados financieros y entre los proveedores del sector.
Ambas situaciones comparten elementos estructurales: deuda en moneda extranjera, restricciones de acceso a financiamiento, presión de vencimientos en el corto plazo y un contexto macroeconómico volátil. Si bien operan en segmentos distintos del sector energético, Aconcagua y Albanesi enfrentan desafíos similares para sostener sus operaciones y cumplir con sus compromisos financieros.
En este escenario, la vulnerabilidad de las firmas medianas vuelve a quedar en evidencia. Ya sea en el upstream hidrocarburífero o en la generación eléctrica, los desajustes financieros pueden derivar en pérdida de inversiones, recorte de proveedores, ajuste de personal y un freno en la dinámica de crecimiento de economías regionales como las de Río Negro, Neuquén y Mendoza.
Aunque no se han confirmado despidos en estas dos compañías, la situación de otras proveedoras del sector, como NRG Argentina, que recientemente despidió a más de 200 trabajadores en su planta de Allen, demuestra que el impacto laboral es un riesgo concreto en el actual contexto financiero del entramado energético. La parálisis de inversiones, los ajustes operativos y las dificultades de acceso al financiamiento no solo tensionan los balances empresariales, sino que también pueden derivar en consecuencias sociales profundas para las regiones donde estas firmas operan.
Lo que ocurra en los próximos meses con la reestructuración de Aconcagua y Albanesi será clave para entender cómo responden las empresas medianas frente a un nuevo ciclo de reordenamiento en el sector energético argentino.