Mientras grandes petroleras internacionales como Equinor, ExxonMobil y Petronas desinvierten o directamente abandonan proyectos en Vaca Muerta, la provincia de Río Negro consolida inversiones millonarias para desarrollar el negocio del Gas Natural Licuado (GNL). Este fenómeno revela una dinámica compleja en la industria energética argentina, donde conviven políticas activas para incentivar la producción, tensiones internas y un contexto macroeconómico desafiante. ¿Qué hay detrás de este doble escenario?
Empresas que se retiran: números y razones
En los últimos meses, el mercado energético supervisa los movimientos clave:
Equinor anunció la venta de su participación en Bandurria Sur y Bajo del Toro Norte, valorada en aproximadamente 1.300 millones de dólares .
ExxonMobil acordó desprenderse de sus activos en Neuquén, incluyendo cinco bloques en Vaca Muerta y su participación en Oldelval, para venderlos a Pluspetrol .
Petronas decidió abandonar el bloque La Amarga Chica y retirarse del proyecto de GNL que llevaba adelante con YPF.
Las razones que esgrimen son claras: restricciones cambiarias, imposibilidad de repatriar utilidades, falta de previsibilidad macroeconómica y alta presión tributaria . Además, el contexto global también juega: las grandes petroleras priorizan mercados donde las reglas son más estables y el retorno de inversión es más previsible.
Río Negro, la contracara: inversiones récord para exportar GNL
Por el contrario, Río Negro hoy está en el centro de las inversiones más ambiciosas:
El proyecto Argentina LNG prevé una inversión cercana a los 30.000 millones de dólares para construir una planta de licuefacción en Sierra Grande.
El consorcio Southern Energy (Pan American Energy, Golar LNG y Pampa Energía) invertirá 2.900 millones de dólares para operar un buque de licuefacción en el Golfo San Matías, con capacidad para producir 2,45 millones de toneladas anuales de GNL.
La clave: el GNL apunta directamente al mercado global, con contratos de exportación que aseguran rentabilidad a largo plazo, minimizando el impacto de la coyuntura local.
¿Qué está pasando con Vaca Muerta?
Lo paradójico es que, pese al éxodo de algunas petroleras, la actividad en Vaca Muerta no se detiene. YPF sigue apostando fuerte a su desarrollo y anunció nuevas inversiones en VMOS (Vaca Muerta Oil Sur) , el oleoducto estratégico para transportar crudo hacia la exportación.
Al mismo tiempo, el presidente de YPF, Horacio Marín, en declaraciones recientes, dejó en claro que buscará que los costos bajen, incluso advirtiendo que podría traer empresas extranjeras si no se alinean a las necesidades de la industria. “Hay que pagar lo que corresponde, ni más ni menos”, expresó, poniendo presión sobre el ecosistema de proveedores.
Entonces, ¿por qué algunas empresas se van?
El fenómeno tiene múltiples artistas:
- Falta de previsibilidad macroeconómica: cepo cambiario, alta inflación y restricciones para repatriar ganancias hacen que muchas multinacionales reevalúen su permanencia.
- Estrategias globales: las grandes petroleras buscan simplificar sus carteras y centrarse en proyectos de menor riesgo y mayor rentabilidad.
- Presión sobre costos: el mensaje de Marín es claro: ajustar tarifas y hacer eficiente la cadena. Sin embargo, para algunas empresas proveedoras e inversores, el margen de ganancia ya no resulta atractivo frente a otros destinos.
- Mercado interno vs mercado externo: Vaca Muerta depende, en buena medida, del consumo local y la infraestructura de transporte. El GNL, en cambio, tiene un horizonte exportador más claro y condiciones más atractivas.
Entonces como conclusión podemos arriesgar que el contraste entre el repliegue en Vaca Muerta y el auge del GNL en Río Negro deja una señal evidente: la Argentina tiene recursos energéticos estratégicos, pero la clave para sostener y atraer inversiones pasa por ofrecer un entorno económico estable, reglas claras y competitividad.