El CEO de Vista repasó el salto de la formación en la última década, desde los primeros pozos “para creyentes” hasta el récord de producción y el superávit energético actual. Pero advirtió que el recurso ya está desriesgado y que el próximo paso exige más tecnología, más capital y reglas competitivas para multiplicar los equipos de perforación y llevar a Vaca Muerta a otra escala.
Miguel Galuccio, fundador y CEO de Vista Energy, volvió a sacudir el tablero de Vaca Muerta durante la apertura del Energy Day 2025. El ejecutivo celebró los avances logrados en la última década, pero advirtió que la formación llegó a un punto de inflexión: si Argentina quiere acelerar en serio el desarrollo, tiene que “cambiar el juego” y animarse a ser mucho más disruptiva en tecnología, logística y reglas de juego.
Galuccio sostuvo que, gracias a la curva de aprendizaje tomada del shale norteamericano y a la incorporación de nuevas tecnologías, Vaca Muerta alcanzó un nivel de madurez que ya no se puede explicar sólo por la “fase pionera”. Hoy, afirmó, el desafío pasa por dar un salto cualitativo: repensar la supply chain, empujar la digitalización y la automatización y, en paralelo, encarar cambios regulatorios e impositivos que hagan más competitivo al sector frente a otros polos petroleros del mundo.
El ejecutivo repasó el recorrido desde 2012, cuando, según él mismo recordó, la apuesta por Vaca Muerta era “sólo para creyentes” y hacía falta convencerse de que el recurso estaba ahí, había que desriesgarlo y valía la pena arriesgar capital y reputación. Doce años más tarde, el panorama es muy distinto: la formación produce alrededor de 550.000 barriles diarios, lo que equivale a aproximadamente el 60% de la oferta total de petróleo del país, y Argentina volvió a posicionarse como exportador neto de crudo.
Ese cambio se refleja también en las cifras de producción agregada. Galuccio recordó que hace pocos meses se superó el récord histórico de 1998, al alcanzar los 850.000 barriles diarios de producción total, y proyectó que el país se encamina a tocar el millón de barriles por día si se sostienen las inversiones. A la vez, destacó que el mercado hidrocarburífero argentino se ubicó entre los cinco que más crecieron en exportaciones a nivel global durante el último año, con un aporte clave de Vaca Muerta a la balanza comercial.
Sin embargo, el balance no fue sólo de elogios. Galuccio marcó que, pese a tener una roca “desriesgada” y con calidad incluso superior a la norteamericana, la escala de actividad todavía es baja si se la compara con otros plays no convencionales. En Argentina operan en torno a 40 equipos de perforación, mientras que en Estados Unidos hay unos 450 rigs trabajando de manera simultánea. Para cerrar esa brecha, planteó que no alcanza con optimizar costos: hace falta un entorno de negocios que garantice acceso al capital, estabilidad de reglas e impuestos que no ahoguen la competitividad del recurso.
En su análisis, el CEO de Vista vinculó el futuro de Vaca Muerta con la agenda macroeconómica del país. Recordó que en 2012 Argentina tenía un déficit comercial energético cercano a los US$ 7.000 millones, mientras que este año el sector cerrará con un superávit de más de US$ 7.000 millones, un giro de unos US$ 14.000 millones que, según remarcó, muestra cómo el shale se convirtió en parte de la solución a los problemas externos de la economía. El petróleo de Vaca Muerta, subrayó, combina dos atributos que hoy valen oro: es de bajo costo y de ciclo corto, lo que permite recuperar rápido la inversión en un contexto global volátil.
Galuccio también dedicó un tramo a la cultura empresaria y al rol de la innovación en Vista. Contó que hace apenas siete años la compañía “era una servilleta dibujada en una mesa” y hoy es la petrolera independiente más grande del país y una de las principales productoras de crudo. Reivindicó decisiones como haber liderado la primera exportación de un barco de petróleo desde Vaca Muerta en plena pandemia, electrificar equipos de perforación y plantas compresoras y migrar masivamente a fractura con wet sand, siempre con la lógica de capturar más valor con nuevas tecnologías y decisiones ágiles.
Mirando hacia adelante, el ejecutivo señaló que el contexto internacional ofrece oportunidades, pero también exige realismo. Proyectó un precio del barril en torno a US$ 65 para 2026 y cerca de US$ 70 entre 2027 y 2030, con un mercado atravesado por tres grandes focos de incertidumbre geopolítica: la relación China-Estados Unidos, la salida de la guerra entre Rusia y Ucrania y el rol de Irán en Medio Oriente. En ese marco, insistió en que la ventaja de la Argentina reside en poder mover rápido: cada dólar que entra a Vaca Muerta se transforma casi de inmediato en producción, divisas y trabajo.
Para que ese potencial se traduzca en una nueva etapa de expansión, Galuccio consideró imprescindible sumar más jugadores y más capital de largo plazo. Planteó como horizonte llegar a 300 equipos de perforación en lugar de los 40 actuales, y valoró que ve a un Gobierno “abierto y permeable” a discutir qué cambios hacen falta para que la industria pueda acelerar. La frase que dejó flotando como síntesis fue clara: Vaca Muerta ya demostró lo que puede hacer; ahora el desafío es ser mucho más disruptivos para que esa promesa se convierta en una política de desarrollo sostenida en el tiempo.
