La semana de la bolsa de metales de Londres dejó tres señales claras: falta capacidad para procesar cobre, la LME avanzará con precios diferenciados para metales de baja huella de carbono, y desde 2026 Europa aplicará nuevas reglas que encarecen importaciones con alta emisión. Argentina mostró su agenda con “Argentina Day” y busca ubicarse más allá del litio.
La LME Week es el mayor punto de encuentro global del negocio de los metales. Allí se alinean expectativas, se negocian contratos y se marcan tendencias para los próximos 12 meses. Este año el tema dominante fue el cobre. Para transformar el mineral en metal listo para la industria hay que pasar por fundiciones (procesamiento y refinación). Ese servicio se paga con una tarifa internacional. En 2025, esa tarifa bajó tanto que muchas fundiciones fuera de China advierten que no cubren sus costos. ¿Qué puede pasar si no mejora? Paradas de líneas o menor procesamiento, lo que significa menos cobre refinado disponible y, por arrastre, más volatilidad en precios y contratos durante 2026. Para directores y gerencias de compras, el mensaje es simple: asegurar cupos de procesamiento será tan importante como asegurar suministro de mina.
La segunda señal fue de precio y sostenibilidad. La LME comunicó que empezará a reconocer un “premio” de precio para el metal producido con menor huella de carbono y con trazabilidad verificable, comenzando por aluminio, cobre, níquel y zinc. En la práctica, quienes midan y certifiquen sus emisiones por tonelada, y demuestren uso de energía más limpia, podrán vender mejor y acceder con mayor facilidad a financiamiento de transición. Quien no tenga datos auditables, quedará en desventaja. Esto obliga a productores, fundiciones y grandes compradores a acelerar inversiones en medición, verificación y certificaciones a lo largo de toda la cadena.
La tercera señal fue regulatoria y geopolítica. Europa pondrá en marcha en 2026 un ajuste de carbono en frontera: si el metal que entra al bloque tiene una huella alta, pagará un costo adicional. A esto se suman tensiones comerciales y controles que pueden demorar embarques o mover rutas. Para las compañías, implica presupuestar esos costos, revisar estrategias de abastecimiento y diseñar contratos con rutas y plazos alternativos. Ya no alcanza con mirar el capex de mina: también cuentan, y mucho, la matriz energética del procesamiento, la trazabilidad y la gestión del carbono.
En ese contexto, Argentina tuvo su Argentina Day con un encuentro para inversores del litio y presencia oficial en foros de la semana. El mensaje hacia el exterior fue doble: sostener el rol de proveedor confiable en litio y ampliar la agenda hacia cobre, alineando proyectos con las exigencias de trazabilidad y baja huella que el mercado empieza a premiar. Traducido a tareas concretas: reglas claras, permisos ágiles, datos auditables de huella, y preparación de proveedores locales para competir en cadenas donde se pagará mejor a quien mide y reduce sus emisiones.
Qué conviene hacer ahora desde un directorio o un ministerio:
- Revisar los contratos 2026 de cobre para asegurar procesamiento, no solo mineral.
- Implementar un plan de medición y certificación de huella en operaciones y proveedores (sin datos, no hay “premio verde”).
- Calcular el costo de carbono para exportar a Europa desde 2026 y evaluar mezclas de origen y rutas.
- Diversificar fundiciones y logística para reducir riesgos.
- Explorar financiamiento atado a metas ambientales, que mejora condiciones si hay trazabilidad sólida.
La síntesis es directa: después de la LME Week 2025, el negocio de los metales ya no se define solo por cuánta tonelada producís, sino por cómo la procesás y con qué huella. Quien logre procesar, trazar y certificar a costo competitivo capturará mejores precios, mejor financiamiento y contratos más estables. Quien llegue tarde, pagará la diferencia.