La hoja de ruta energética del país prevé el cierre de una parte sustancial de su capacidad termoeléctrica a carbón hacia 2040 y apuesta a reconversiones a gas natural licuado en la próxima década, una señal que podría sostener la demanda asiática de GNL en el mediano y largo plazo.
Corea del Sur está enviando una señal fuerte al mercado energético global: el carbón pierde espacio en su matriz y el gas natural licuado (GNL) aparece como una pieza central del puente hacia un sistema más limpio y flexible.
El país asiático cuenta con una de las mayores flotas de generación a carbón del mundo, con alrededor de 39 GW instalados. Pero la tendencia ya viene en descenso: la participación del carbón en la generación eléctrica cayó de forma sostenida durante la última década y llegó a ubicarse cerca de un tercio del total en 2024, pese a que en los últimos años se sumaron algunas unidades nuevas.
En ese escenario, el plan energético vigente marca un horizonte concreto: avanzar con el retiro de una parte mayoritaria de las centrales a carbón hacia 2040. Y, para sostener seguridad de abastecimiento y estabilidad del sistema, Corea del Sur proyecta reconvertir a GNL un paquete significativo de unidades térmicas en los próximos años. En números, se contempla la conversión de 28 unidades que totalizan 14,1 GW para 2038.
En el caso de las centrales restantes, el cronograma final de retiro se definirá tras evaluaciones económicas y ambientales y un debate público, con un plan específico que el gobierno prevé presentar el próximo año.
Además de los cierres y reconversiones, la estrategia oficial también analiza alternativas tecnológicas para otras unidades de carbón, como el almacenamiento por bombeo y desarrollos vinculados al hidrógeno. En este punto, el rumbo político actual busca limitar opciones que no cuenten con un respaldo claro en términos de costo y resultados ambientales.
El presente ya muestra el peso del gas en el sistema eléctrico surcoreano: el GNL tiene una participación relevante en la generación y se consolida como una herramienta de transición en un país que necesita mantener confiabilidad operativa a gran escala mientras despliega renovables y define el ritmo de otras tecnologías.
La decisión de Corea del Sur también tiene una lectura internacional. Su adhesión a iniciativas globales para acelerar la salida del carbón refuerza la dirección del cambio y le suma previsibilidad al mercado: no se trata solo de una medida coyuntural, sino de una política que apunta a ordenar la próxima década y media de planificación eléctrica.
Para el tablero del GNL, esta hoja de ruta agrega un dato clave: Asia seguirá siendo el gran motor de demanda global, y el proceso de reconversión térmica de Corea del Sur amplía el espacio para contratos y proyectos de largo plazo.
Desde Argentina, y particularmente desde la Patagonia que busca posicionarse como plataforma exportadora, estas señales son parte del mapa mayor que explica por qué los desarrollos de GNL miran con tanta atención la evolución de los grandes compradores asiáticos. Si Corea avanza con este cronograma, la región consolidará un rol aún más determinante en la demanda futura del gas licuado.





