Un informe reciente de Goldman Sachs Global Investment Research volvió a poner a Vaca Muerta y a la Norpatagonia en el radar de los grandes jugadores de la energía mundial. Según el banco, Arabia Saudita y Argentina serán los dos países que liderarán la próxima ola global de shale oil y líquidos de gas hacia 2030.

En la imagen titulada “We expect the next wave of shale to be coming from Saudi and Argentina”, Goldman Sachs muestra cómo crecería la producción de shale entre 2026 y 2030, desagregada por país y por tipo de hidrocarburo. El gráfico presenta barras apiladas con el aporte de petróleo y líquidos de gas de Arabia Saudita y de Argentina, tanto en crudo como en gas, medidos en miles de barriles equivalentes de petróleo por día (kboe/d).
El mensaje central es contundente: los desarrollos de shale en Arabia Saudita y Argentina podrían sumar alrededor de 200.000 barriles diarios adicionales de petróleo y líquidos por año hasta 2030, y en conjunto representarían cerca del 20% del crecimiento de la oferta mundial de líquidos en esta década. En otras palabras, uno de cada cinco nuevos barriles líquidos que se incorporen al mercado global provendría de proyectos no convencionales en estos dos países.
En el caso argentino, este pronóstico se apoya en el fuerte dinamismo que ya muestra Vaca Muerta. Distintas fuentes internacionales señalan que la producción de crudo del país ronda actualmente entre 740.000 y 750.000 barriles por día, con los máximos de los últimos veinte años explicados, en gran medida, por el shale neuquino. De ese volumen, alrededor del 60% ya se origina en Vaca Muerta, lo que confirma el peso que va ganando la formación en la matriz petrolera nacional.
Si se compara con el mapa global, el punto de partida argentino todavía es acotado: el mundo produce más de 100 millones de barriles diarios de petróleo y otros líquidos, de acuerdo con datos de la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA). Sin embargo, lo que destaca Goldman Sachs no es tanto el tamaño actual, sino el aporte marginal al crecimiento: desde un nivel relativamente bajo, Argentina podría explicar una fracción significativa del aumento de la producción mundial si logra concretar su cartera de proyectos.
Para que ese escenario se cumpla, el informe da por hecho algunos supuestos: continuidad de las inversiones en la Cuenca Neuquina, construcción de nuevos oleoductos y terminales portuarias que permitan evacuar mayor volumen de crudo hacia el Atlántico y un marco regulatorio que dé previsibilidad a largo plazo y mantenga competitivos los costos.
Más allá de los números, la lectura para la región es clara. Si un banco como Goldman Sachs coloca a Argentina en el mismo renglón que Arabia Saudita al hablar de “la próxima ola de shale”, es porque el potencial de Vaca Muerta ya dejó de ser un tema local y pasó a ser una variable a seguir en la planificación energética global. Para Río Negro y la Norpatagonia, donde se discuten hoy los oleoductos, los puertos y la infraestructura necesaria para esa expansión, este tipo de informes son un recordatorio de que el mundo ya está mirando hacia acá.
Fuente: Goldman Sachs Global Investment Research, presentación sobre perspectivas de shale 2026-2030, difundida por Quantum Commodity Intelligence; datos de producción de Argentina según el Departamento de Comercio de Estados Unidos y reportes especializados recientes.





