El Proyecto Andes aceleró el recambio de operadoras en áreas maduras en la Patagonia, Cuyo y el norte del país. YPF ya transfirió 28 bloques y mantiene una segunda ronda abierta con otros 16. En Río Negro, Quintana Energy opera Estación Fernández Oro y Petróleos Sudamericanos toma Señal Picada-Punta Barda, mientras Agua Salada sigue en disputa.
El petróleo convencional argentino entró en una fase de reordenamiento que ya se ve en el territorio. Lo que durante décadas fue un mapa dominado por YPF hoy muestra un tablero más fragmentado, con empresas regionales y pymes tomando el control de yacimientos maduros. La petrolera de mayoría estatal decidió salir de buena parte de su convencional para concentrar capital, equipos y tecnología en Vaca Muerta, donde están sus mayores márgenes de crecimiento. Esa decisión abrió un proceso de cesión de áreas que las provincias acompañan con un objetivo central: frenar el declino natural de campos históricos, sostener empleo y mantener viva la producción.
El ordenamiento se canaliza a través del Proyecto Andes (Plan Andes), una desinversión por “clústeres” organizada por Banco Santander. La primera etapa ya quedó prácticamente cerrada con 28 activos transferidos en distintas provincias, mientras que desde agosto está en marcha una segunda ronda con 16 bloques adicionales, algunos operados y otros “no operados”, todavía buscando adjudicatario.

La imagen que analizamos deja claro cómo se reconfigura el mapa en cada región. En Mendoza, el convencional cambia de manos con tres jugadores nuevos: Petróleos Sudamericanos se queda con Mendoza Norte, Quintana Energy junto a TSB pasan a operar Mendoza Sur, y PCR toma Llancanelo. Es un intento de sostener la producción cuyana con operadoras enfocadas en recuperación secundaria y optimización de campos maduros.
En Neuquén, donde el shale domina la conversación, el segmento tradicional también se reacomoda: el clúster Neuquén Norte quedó bajo la UTE Bentia Energy – Ingeniería SIMA, con perfil de operación fina, workovers y manejo cercano de pozos maduros.
En Chubut, el cambio tiene peso propio dentro del Golfo San Jorge. Pecom vuelve a tomar protagonismo al asumir dos áreas emblemáticas: El Trébol-Escalante y Campamento Central-Cañadón Perdido. Y el mapa también marca un dato confirmado: Restinga Alí ya fue revertida a Petrominera, por lo que quedó fuera de la venta.
El recambio más grande de la primera ronda se dio en Santa Cruz, donde diez concesiones del norte provincial quedaron distribuidas entre varias compañías. Patagonia Resources opera Los Perales-Las Mesetas, Los Monos y Barranca Yankowsky; ROCH toma Cerro Guadal Norte, Cañadón Yatel y El Guadal-Lomas del Cuy; Clear Petroleum se queda con Cañadón La Escondida-Las Heras; Azruge con Cañadón Vasco; Brest con Pico Truncado-El Cordón; y Quintana Energy con Cañadón León-Meseta Espinosa. La apuesta provincial es reactivar producción y sostener empleo en una cuenca golpeada por el declino.
En Río Negro, el nuevo tablero deja dos movimientos ya definidos y uno todavía abierto. Quintana Energy tomó Estación Fernández Oro (EFO), el principal activo gasífero rionegrino, con continuidad operativa y un plan para sostener producción tight y convencional.
El segundo cambio es Señal Picada – Punta Barda, que queda en manos de Petróleos Sudamericanos (PS Energy). Aquí vale la precisión: PS Energy resultó adjudicataria luego de que Velitec se retirara del proceso, y aunque el acuerdo ya está encaminado, resta la aprobación final de la Provincia para completar formalmente la cesión.
La tercera ficha es Agua Salada, incluida en la segunda ronda: hoy sigue sin operador definido y será clave para terminar de dibujar el futuro del convencional rionegrino.
La segunda ronda, además, mantiene en juego activos relevantes como Manantiales Behr (Chubut), Chachahuen y Malargüe (Mendoza) y bloques “no operados” en Salta y Mendoza, lo que confirma que el reordenamiento nacional todavía no terminó.
Detrás de este recambio hay un dato que merece subrayarse: YPF está saliendo del petróleo convencional porque su estrategia productiva se reorienta casi por completo al no convencional de Vaca Muerta. La compañía busca escalar shale oil y shale gas, mejorar retornos y transformarse en motor exportador. En paralelo, el convencional queda en manos de operadoras con estructuras más livianas y foco total en campos maduros. Para las provincias, el desafío es que ese traspaso no sea solo administrativo: tiene que traducirse en inversión real en pozos existentes, recuperación mejorada y mantenimiento del empleo local.
En criollo, el tablero productivo se amplía: más jugadores, más responsabilidad provincial y una nueva etapa para el petróleo “de siempre”. Y en ese mapa, Río Negro no mira desde afuera. Ya tiene áreas con nuevos operadores, otra en juego, y la oportunidad de sostener su convencional mientras se prepara para el salto exportador que viene desde el Atlántico.





