Redacción Energía 360
Río Negro se encuentra en un punto de inflexión. La combinación de hidrocarburos, Gas Natural Licuado (GNL) y minería ha puesto a la provincia en el centro de un proceso de transformación económica sin precedentes. Con inversiones millonarias, generación de empleo y una reconfiguración del entramado productivo, la Patagonia rionegrina se prepara para un nuevo ciclo de desarrollo que no solo modificará su estructura económica, sino también su vida social y política.
Del agro y el turismo a la energía: el giro estratégico de Río Negro
Históricamente, Río Negro ha sostenido su economía en sectores como el agro, la fruticultura y el turismo. Sin embargo, el crecimiento exponencial de la industria energética está reconfigurando la ecuación productiva.
Con la aprobación del proyecto de exportación de GNL desde el puerto de Punta Colorada, la provincia entra en el selecto grupo de jugadores globales en la comercialización de gas. Se prevé que la infraestructura para licuar y exportar gas desde Vaca Muerta, con Río Negro como eje logístico, genere una inyección de divisas de cientos de millones de dólares anuales, impulsando un crecimiento económico con efectos directos en la recaudación y el empleo local.
A esto se suma el desarrollo de la minería con proyectos como la explotación de litio y minerales estratégicos, que tienen una clave potencial en la transición energética. Río Negro, con una fuerte regulación ambiental, busca consolidar una minería sustentable que aporte a la diversificación productiva sin afectar sus recursos naturales.
Impacto económico: la oportunidad de un PBI más robusto y equitativo
El gobierno provincial estima que en los próximos cinco años el impacto de estas industrias generará un crecimiento del Producto Bruto Geográfico (PBG) cercano al 15%, posicionando a Río Negro como una de las provincias con mayor desarrollo relativo del país.
El derrame económico llegará a diferentes sectores:
✔ Creación de empleo en toda la cadena de valor, desde operarios hasta ingenieros y técnicos.
✔ Mayor recaudación fiscal, con impacto directo en infraestructura, educación y salud.
✔ Impulso al desarrollo de proveedores locales que abastecerán a las grandes compañías.
El desafío ahora es evitar los efectos negativos de un crecimiento económico acelerado, como la inflación local en bienes y servicios, la migración descontrolada y los conflictos socioambientales.
El desafío político: entre la inversión privada y el control estatal
La administración provincial, encabezada por Alberto Weretilneck, ha sostenido una política de equilibrio entre la atracción de inversiones y la regulación estatal. La creación de la Empresa Rionegrina de Energía (ERSA), en el 2015, apunta a que la provincia tenga mayor participación en los negocios energéticos y no quede relegada a un rol pasivo frente a las multinacionales del sector.
A nivel nacional, la política energética también impactará en Río Negro. La administración de Javier Milei, con su fuerte impulso al sector privado, ha generado expectativas y dudas sobre cómo se distribuirán los beneficios de la explotación de recursos estratégicos.
El impacto social: ¿un nuevo ciclo migratorio en la región?
Las ciudades rionegrinas empiezan a sentir los primeros efectos de este boom energético. Sierra Grande, San Antonio Oeste y General Roca están viendo un aumento en la demanda de viviendas, con una llegada progresiva de trabajadores especializados. Lo mismo ocurre en Catriel , donde la actividad hidrocarburífera sigue en expansión. Otro caso es el de Villa Regina, donde la instalación de la empresa SACDE, dedicada a la construcción de infraestructura para la industria energética, ha generado un aumento significativo en la demanda de alquileres. La llegada de operarios y técnicos que trabajarán en los proyectos de la compañía ha impactado en el mercado inmobiliario local, con una significativa demanda de alquileres y una ocupación más rápida de viviendas disponibles.
Este fenómeno demuestra cómo el desarrollo energético no solo transforma la economía provincial, sino que también reconfigura el tejido urbano y social de las ciudades rionegrinas. El desafío está en garantizar una planificación territorial que acompañe este crecimiento, evitando la especulación inmobiliaria y asegurando que la infraestructura de cada localidad pueda absorber el impacto de la expansión demográfica.
Este proceso conlleva desafíos: evitar la creación de «ciudades dormitorio», garantizar el acceso a la educación y la salud, y prevenir posibles tensiones sociales derivadas de la migración interna.
Por último y como conclusión, estamos ante una oportunidad histórica que exige planificación
Río Negro está entrando en un ciclo económico clave que puede definir su futuro para las próximas décadas. Si el crecimiento energético es bien administrado, la provincia podría convertirse en un modelo de desarrollo sostenible en la Patagonia. Pero si se repiten errores históricos de otras regiones petroleras, con dependencia extrema de una sola industria y problemas de desigualdad, el impacto positivo podría diluirse.
El desafío está planteado. Río Negro tiene la oportunidad de no solo ser productora de energía, sino también de riqueza y bienestar para su gente.