El Proyecto Sofía, en Meseta Sirven, combina uranio y vanadio en niveles muy cercanos a superficie. La provincia apuesta a certificar recursos y avanzar hacia una futura producción que ayude a reemplazar importaciones, mientras continúan los estudios geológicos, metalúrgicos y ambientales.
Santa Cruz empezó a consolidar una nueva línea minera dentro de la Patagonia con el avance del Proyecto Sofía, una iniciativa de exploración de uranio y vanadio que se desarrolla en la Meseta Sirven, al sur de Las Heras, bajo una sociedad entre la estatal Fomicruz y la firma Sofía Energy. El desarrollo es seguido de cerca por el sector porque se trata de mineralización superficial, un rasgo que, de confirmarse en escala y continuidad, puede simplificar las futuras tareas extractivas.
La característica central del yacimiento es su poca profundidad. Según lo presentado por la compañía en foros técnicos, los niveles mineralizados aparecen desde decenas de centímetros hasta pocos metros bajo superficie, con espesores del orden de 30 a 50 cm, lo que lo ubica dentro de depósitos someros tipo calcrete. Este rasgo explica el interés que despertó: si la metalurgia y el diseño de mina acompañan, podría abrirse un camino de producción con logística más directa que en depósitos profundos.
En términos de escala, la empresa viene reportando recursos potenciales del orden de 5.700 toneladas de uranio (tU) y 14.500 toneladas de vanadio (tV), con una proyección de producción anual estimada en 200 a 300 tU, siempre sujeta a la certificación final de recursos y a los estudios de factibilidad. La provincia, por su parte, plantea a 2025 como un año clave para robustecer la cubicación y sentar las bases para pasar a una etapa de evaluación económica completa.
Sobre las leyes del depósito, hoy conviven estimaciones de distintas fuentes y momentos de la exploración. En reportes periodísticos recientes se mencionan valores en el rango de 400 a 600 ppm (partes por millón), mientras que las comunicaciones oficiales provinciales y los primeros muestreos difundidos por Fomicruz ubican promedios preliminares más cercanos a 250 a 300 ppm, con el objetivo de seguir refinando el modelo geológico y certificar el recurso con estándares internacionales. En exploración avanzada, este “abanico” de números es habitual: se pasa de campañas iniciales con datos parciales a una estimación más robusta a medida que crece la base de perforaciones y análisis.
El proyecto gana peso estratégico por el contexto nacional. Argentina no produce uranio desde hace décadas y depende del mercado externo para abastecer a sus centrales nucleares. El último Balance Comercial de Minerales muestra que solo en agosto de 2025 el país importó uranio natural y compuestos por 23,8 millones de dólares, equivalentes al 24,8% de todas las importaciones mineras del mes, un nivel de gasto que refuerza el interés por el reemplazo de importaciones. Desde Fomicruz se remarca que el objetivo de fondo es aportar uranio de origen local a un sistema que hoy demanda alrededor de 60 millones de dólares anuales en compras externas.
El vanadio aparece como la segunda pata económica de Sofía. Se trata de un mineral crítico sin producción actual en el país, con aplicaciones en aceros especiales y tecnologías energéticas. Su presencia asociada al uranio podría mejorar la ecuación de valor del proyecto, siempre que las pruebas metalúrgicas confirmen recuperaciones competitivas. En cuanto a las tierras raras mencionadas en distintos relevamientos, por ahora se mantienen como una línea de evaluación en laboratorio sin resultados públicos concluyentes.
Como en todo desarrollo de uranio, la licencia social será un factor determinante. El gobierno provincial y Fomicruz destacan instancias de diálogo con comunidades locales y participación territorial. Al mismo tiempo, existen sectores que expresan preocupación ambiental y piden mayor información sobre riesgos y controles, un escenario que anticipa una etapa de debate público a medida que el proyecto avance.
Para Río Negro y el resto de la Patagonia, el movimiento de Santa Cruz suma una señal facilmente visible: el uranio vuelve a ganar espacio en la agenda minera regional, en paralelo a los proyectos que ya se desarrollan en nuestra provincia. Sofía es una apuesta con potencial geológico concreto, pero todavía en fase de afinamiento de leyes, volumen certificable y permisos. Los próximos meses, con más perforación, metalurgia y evaluaciones ambientales, dirán qué tan rápido ese potencial puede transformarse en producción real.





