La Argentina alcanzó en el primer semestre de 2025 un superávit comercial energético de 3.761 millones de dólares, el mayor registrado en los últimos 35 años. El dato fue informado por la Secretaría de Energía de la Nación, que destacó el impacto de las nuevas reglas del mercado, el crecimiento de la producción no convencional y la mejora en la balanza externa del sector.
“Con reglas claras, el país alcanzó los US$ 3.761 millones, gracias al crecimiento del 10,8 % de las exportaciones y la reducción del 23,6 % de las importaciones”, afirmaron desde el organismo oficial. Solo en junio, el saldo energético positivo fue de 739 millones de dólares: las exportaciones sumaron 1.064 millones —con un salto interanual del 74,2 %— y las importaciones se redujeron a 325 millones, marcando una caída del 57,9 % respecto al mismo mes de 2024.
El fortalecimiento de la balanza energética ocurre en paralelo a una producción sin precedentes en los últimos 20 años. En junio, la extracción de petróleo alcanzó los 778,8 mil barriles diarios, el nivel más alto desde diciembre de 2001, mientras que la producción de gas natural trepó a 158,8 millones de metros cúbicos por día, un volumen que no se registraba desde agosto de 2003. Estos resultados se explican principalmente por el crecimiento sostenido de Vaca Muerta, que ya representa el núcleo del abastecimiento nacional, y por el aporte de infraestructura estratégica como el gasoducto Perito Moreno, que opera a plena capacidad y permitió reducir las importaciones de GNL.
En un escenario económico donde la balanza comercial total muestra signos de tensión, el superávit energético aparece como uno de los pocos factores que explican el ingreso neto de divisas. Según estimaciones privadas y oficiales, de no mediar variaciones drásticas en los precios internacionales, el país podría cerrar el año con un superávit energético récord de entre 6.000 y 8.000 millones de dólares.
La producción récord de junio, sumada a la sustitución de importaciones y el avance de nuevos proyectos de exportación —como el GNL desde Río Negro o el tendido del oleoducto Vaca Muerta Oil Sur— consolidan un nuevo perfil energético para la Argentina: menos dependiente, más integrada a los mercados globales y con un potencial creciente en el mapa geopolítico de la energía.