Esta editorial se inspira en un artículo de la periodista Carla Barbuto, publicado en LMNeuquén, que plantea una pregunta incómoda: ¿podrá Argentina aprovechar el potencial de Vaca Muerta sin suficientes ingenieros y técnicos? Desde Río Negro, sumamos otra capa al debate: el rol de los jóvenes, la educación y el entramado de proveedores frente a la explosión comercial que ya empezó.
El martes leí una nota de Carla Barbuto, periodista de LMNeuquén, que me quedó dando vueltas en la cabeza. En su artículo, se pregunta si Argentina va a poder aprovechar todo el potencial de Vaca Muerta con un déficit estructural de ingenieros y perfiles técnicos. No es un detalle menor: detrás de cada récord de producción hay una condición básica que no se puede tercerizar para siempre, gente formada.
En el artículo, la periodista destaca una paradoja clara: producimos cada vez más hidrocarburos, pero el país gradúa muchos menos ingenieros de los que necesita la economía. Y dentro de ese universo, las carreras que más escasean son justamente las que sostienen el nuevo mapa energético y minero: Ingeniería en Petróleo, Minera, Hidráulica, Nuclear, Metalúrgica. Hablamos de decenas de egresados por año en todo el país para obras que implican gasoductos, oleoductos, puertos, GNL y proyectos mineros de gran escala.
Barbuto también recoge la mirada de las empresas: muchas no logran cubrir vacantes técnicas y reconocen una brecha entre lo que saben los candidatos y lo que el negocio requiere en la práctica: pensamiento crítico, resolución de problemas, comunicación efectiva y dominio de herramientas técnicas avanzadas. Es decir, no se trata solo de “saber de fierros”, sino de entender procesos complejos, datos y trabajo en equipo.
Ese texto es el punto de partida de esta editorial. Lo que Carla describe para el país y la cuenca neuquina también interpela de lleno a Río Negro.
Cuando el shale corre más rápido que los proveedores
Desde Energía 360° venimos siguiendo otro costado de la misma historia: el shale avanza más rápido que el entramado de proveedores y de talento local.
Mientras las operadoras ajustan sus indicadores, bajan costos por barril, perforan más rápido, multiplican etapas de fractura, automatizan y trabajan con analítica de datos, en Río Negro todavía vemos:
- Proveedores fragmentados, con poca articulación entre sí.
- Escasa tendencia a asociarse para ganar escala y complejidad.
- Cámaras empresarias que no terminan de consolidarse.
- Dificultades para encontrar perfiles técnicos formados en la provincia.
El contraste se vuelve más nítido cuando lo cruzamos con la agenda de obras: oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS), proyectos de GNL en el Golfo San Matías, nuevos desarrollos mineros como Calcatreu o el Proyecto Ivana. La provincia se ubica en el mapa de la infraestructura estratégica, pero corre el riesgo de que buena parte de la ingeniería, la mano de obra calificada y los servicios lleguen desde otros lugares si no acelera su propia curva de formación.
La obra se va a hacer igual. La pregunta es cuánto de ese valor quedará arraigado en la economía y en los jóvenes de Río Negro.
Un mensaje directo a los jóvenes de la Patagonia
Este debate no es solo para ministros, CEOs o rectores.
Es, sobre todo, un mensaje para vos si:
- Tenés 15, 16 o 17 años y estás pensando qué estudiar.
- Estás terminando el secundario en una ciudad del valle, la meseta o la costa.
- Estás buscando reconvertirte laboralmente.
Lo que plantea el artículo de Carla Barbuto y lo que vemos en el territorio se resume en una frase:
En los próximos años va a haber demanda real de ingenieros, técnicos, oficios calificados y perfiles STEM vinculados a energía y minería.
Y no se trata solo de la “ingeniería tradicional”. El nuevo mapa productivo necesita:
- Técnicos en mantenimiento electromecánico, instrumentación y automatización.
- Especialistas en seguridad, ambiente y gestión de datos.
- Perfiles híbridos que combinen conocimiento técnico con logística, comercio exterior y software.
Para los jóvenes de Río Negro y la región patagónica, esto es una oportunidad concreta, siempre que empecemos a prepararnos ahora: elegir carreras ligadas a estos sectores, aprovechar tecnicaturas y escuelas de oficios, mejorar el inglés, las habilidades digitales y el trabajo en equipo. “Trabajar en Vaca Muerta” o en el GNL no es solo estar en el pozo o en el puerto: es participar de una cadena de valor compleja donde hay lugar para muchas vocaciones distintas.
Lo que tiene que hacer la política (y las preguntas incómodas)
Si algo deja claro el artículo de Barbuto es que no alcanza con aplaudir récords de producción si no sabemos quiénes van a sostener esos récords de acá a 10 o 15 años.
Desde Río Negro, eso se traduce en tareas concretas:
- Alinear la política energética con la educativa y laboral: definir cuántos ingenieros, técnicos y oficios hacen falta, y orientar carreras, becas y programas a esa demanda.
- Fortalecer el entramado de proveedores rionegrinos con financiamiento, asistencia técnica y herramientas que incentiven la cooperación entre empresas.
- Brindar información clara a familias y jóvenes sobre los trabajos del futuro y las rutas de formación posibles.
- Construir arraigo: sin ciudades con buena calidad de vida, será difícil retener el talento que se forme.
Y ahí aparecen las preguntas incómodas que no podemos seguir esquivando:
- ¿Los gobiernos están formando a los jóvenes para lo que viene?
- ¿Hay suficientes colegios técnicos, escuelas orientadas a la industria y centros de formación profesional en la región?
- ¿Cómo se está trabajando desde la provincia para prever este escenario y no correr siempre detrás de la realidad de Vaca Muerta, el GNL y la minería?
- ¿Estamos, de verdad, a la altura de lo que se viene, o seguimos pensando la educación como si el mapa productivo de la Patagonia no estuviera cambiando?
Si no damos estas discusiones ahora, el mercado las va a responder por nosotros, y no necesariamente a favor de las comunidades locales.
Inspiración, advertencia y una definición pendiente
Esta editorial nace de un artículo que considero sumamente valioso. Carla Barbuto puso en blanco sobre negro algo que la industria sabe, pero pocas veces discute fuera de los ámbitos técnicos: Vaca Muerta puede ser una palanca de desarrollo extraordinaria… o una oportunidad desperdiciada si no alineamos educación, trabajo y producción.
Desde Río Negro sumamos una capa adicional: no se trata solo de cuántos ingenieros tenemos, sino de cómo preparamos a nuestros jóvenes y a nuestros proveedores para estar a la altura de la explosión comercial que se viene.
La ventana está abierta. Los proyectos avanzan.
La pregunta es si, cuando miremos hacia atrás dentro de una o dos décadas, podremos decir que las aulas de la Patagonia estuvieron a la altura de los ductos, los puertos y las plantas.
En Energía 360° vamos a seguir mirando ese cruce, entre producción, trabajo y educación, porque de ahí se juega algo más que un récord de exportaciones: se juega el futuro real de los chicos y chicas de Río Negro en la nueva matriz energética del país.





