Un dato técnico que marca tendencia productiva. Según información compartida por Luciano Fuccello, Country Manager de NCS Multistage, la actividad de fractura en Vaca Muerta se mantuvo durante 2025 por encima de 2024 mes a mes. A noviembre, el acumulado muestra un incremento interanual del 24%, con impacto directo en servicios, empleo e infraestructura.
Hay indicadores que permiten leer el pulso del shale sin vueltas. Las etapas de fractura son uno de ellos. Y el registro de 2025 deja una señal contundente: Vaca Muerta sostuvo un ritmo superior al del año pasado durante todos los meses relevados, una continuidad que confirma que el motor operativo no afloja.

La información difundida por Luciano Fuccello muestra una curva de actividad donde la línea de 2025 se ubica sistemáticamente por encima de 2024. No es un detalle menor: cuando las etapas crecen, crece también todo lo que las rodea. Cada fractura moviliza equipos, cuadrillas, arena, químicos, transporte, logística y una red de proveedores que se activa desde Neuquén hacia toda la Patagonia productiva.
El dato que redondea la magnitud del año es claro: entre enero y noviembre, la actividad acumuló un 24% de incremento interanual. Dicho de modo simple: en once meses se fracturó mucho más que en el mismo período de 2024, lo que refuerza la idea de un 2025 marcado por la búsqueda de sostener producción y eficiencia en los desarrollos clave.
La dinámica mensual también aporta contexto. El año muestra un tramo de fuerte aceleración en el primer semestre y luego una moderación lógica en la segunda mitad, sin que se pierda el piso elevado de actividad. Es el tipo de comportamiento típico del shale moderno: se ajusta el ritmo operativo, pero se mantiene el plan de desarrollo.
Desde una mirada territorial, este número tiene peso propio. Porque el crecimiento de etapas no sólo impacta en la macro de producción o exportaciones: se siente en la demanda de servicios especiales, en la actividad de pymes, en el empleo técnico y en la necesidad de formación. Y, a medida que la curva se sostiene por encima de los niveles previos, también crece el desafío de infraestructura y planificación para acompañar el salto.
En definitiva, el dato de Fuccello funciona como un termómetro confiable del año: Vaca Muerta no levantó el pie. Y cuando eso ocurre, la pregunta estratégica deja de ser solo cuántas etapas se hacen, para pasar a ser otra bien patagónica: cómo convertimos ese ritmo en más valor local, más oportunidades y más desarrollo visible para la región.




